EL CAMINO DE LA CRUZ EN EL EVANGELIO DE MARCOS

 JOSÉ LUIS AVENDAÑO, Chile
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6.         La parusía del Hijo del hombre (9, 1)

En razón de todo lo anterior no resultan convincentes, a mi juicio, los esfuerzos por atenuar toda la viveza y radicalidad de las palabras vertidas en 9, 1, respecto de la total convicción  en la inminente instauración  del reino escatológico de Dios, ni como dicho de Jesús ni como relectura de la comunidad, las que ciertamente encuentran su inmediata como más connatural correlación en los textos de Mc 13, 30 y Mt 10, 23, siempre bajo la concatenación  de los conceptos: persecución-parusía. Por ello, el tema respecto de la parusía aquí en 9, 1 no puede ser entendido como un elemento artificialmente sobreañadido, pues difícilmente la comunidad habría dado curso a un registro y convicción tan firmes y concretos tocante a esta consumación final, cuánto más tal declaración confabularía contra aquello que precisamente se esforzaría en armonizar, a saber, la tensión entre el anuncio de un tan abrupto final y su relación con un tiempo que ya se comienza a dilatar, si tal convicción y esperanza no diera cuenta finalmente de la propia convicción y esperanza del Jesús histórico y de la propia comunidad marquiana, cuánto más se acrecienta el riesgo de persecución y hostilidad.

Ahora bien, en el marco literario del evangelio 9, 1 ha venido sugerido indiscutiblemente por el versículo anterior en torno al juicio del Hijo del hombre y su mediato influjo de Dn 7, 13. Precisamente y en ligazón con lo anterior, apreciamos inmediatos nexos de unión con éste con la tradición apocalíptica, pero, que al mismo tiempo, son objeto ya de importante rectificación y absoluto desbordamiento. En primer lugar, la venida del Hijo del hombre, su manifestación abierta y definitiva presentada ya en v. 38, toma forma concreta ahora, prolongándose y materializándose en la soberana instauración y regencia del reino de Dios, mas, Jesús, el Hijo del hombre, aparece aquí no sólo como el definitivo precursor e inaugurador del reino tal como en la tradición apocalíptica, sino que él mismo se constituye ya en la $"F48,\" J@Ø 2,@Ø, cuyo impacto lleno de poder se espera visible y concreto a los ojos de los algunos allí presentes (J4<,H ô*, Jä< ©FJ06`JT<)[78].*) Sin duda hay que entender esta concreta manifestación  para “algunos de los allí presentes” en el marco de la persecución y tribulación que Jesús ya había advertido para sus discípulos y que ahora  a la luz de las nuevas hostilidades relee la comunidad, en cuyo contexto se espera que el Hijo del hombre hará su aparición para traer justicia y consuelo. Y, sin embargo, tal espera inminente que trasunta el logion, cuya circulación ha debido ser originalmente independiente[79], pero situado particularmente por Marcos en el contexto mayor del adoctrinamiento sobre el discipulado y sus respectivos costos, junto con el desafío de la cruz como realidad concreta a la que queda expuesto el discípulo, lejos de resultar en una evasión embriagante a vistas de este fin inminente, vuelve en la temática del evangelista cuánto más serio y urgente el camino del seguimiento.

*) Los caracteres griegos son: WP Greek Century. Los de hebreo son: WP Hebrew David - de esta página web: http://members.fortunecity.es/todofuentes1/index/descarga/simbolos/lenguas.htm .

Ahora bien, es cierto que el tema respecto de la inminente irrupción del reino, no ha podido erguirse como la única esperanza de Jesús, de suerte que su no inmediata consumación, ligada a la realidad demoledora de Viernes Santo, haya terminado finalmente por diluir todo vestigio del movimiento jesuánico. En tal sentido, la comunidad de evangelista constituye al respecto aquel gran mentis. No obstante, aquello, lejos de transformarse en su absoluta capitulación, significó más bien la reubicación de esta inminente espera en el marco de nuevas reactualizaciones, tanto en torno al culto, como entorno a la cena[80] y aun en la propia predicación misionera, conforme el proceso de asentamiento de la comunidad se consumaba exigiendo a su vez una política estructural interna. Y, sin embargo, en el evangelio de Marcos, más allá de aquel inevitable proceso de estructuración local e inserción en el mundo de la comunidad que el mismo trasunta, -o mejor dicho, a causa del mismo- tal esperanza en una consumación final vuelve otra vez encender con renovado vigor, precisamente en medio de la adversidad y la persecución , echando mano para su articulación de la tradición escatológica más antigua, la de los primeros seguidores galileos de Jesús, los carismáticos* itinerantes. 

Finalmente, en el segundo evangelio y, sólo en el marco contextual y teológico que allí se nos ofrece, aquel anticipo comienza a gestarse ya, prolépticamente hablando, con el relato de la transfiguración[81] y despuntando un poco más allá todavía, con la resurrección[82], verdadera puesta en marcha de aquella final consumación, mas en ningún caso podría todo aquello agotar menos extinguir la esperanza de la completa irrupción definitiva[83]. Por esto para Marcos las palabras de Jesús en 9, 1, tocantes a la espera inminente de esta irrupción del reino, la parusía, no quedan desatendidas del tiempo ni cautivas del problema en orden a su precisión, mas tampoco reconvertidas luego de su dilatación estrictamente en eclesiología, al menos, como generalmente suele entenderse y fijarse el concepto hoy, sino, más bien, por cuanto en Jesús, el Cristo, ya se ha dado inicio al carácter definitivo del ésjaton[84], en el entendido de que con su venida-presencia, su persona y su mensaje y, particularmente, con su muerte y resurrección, la consumación final ya ha sido puesta poderosamente en marcha y el nuevo eón despuntado, ésta, la parusía, se vive y se espera activa y creativamente en el seguimiento del Crucificado, sin desprecio por la vida y por el mundo, a la espera de que llegue en cualquier momento aquel día en que éste sea en todo y en todos el Glorificado. La escatología del seguimiento continúa siendo para Marcos una escatología crucis, y la parusía una espera expectante y anhelante que se activa y se reaviva en la tribulación y la persecución, tal como lo han puesto de manifiesto los contextos de Mc 9, 1; 13, 10 y, también, Mateo 10, 23, anhelante y fervorosa espera a la que se une el ruego de todos los discípulos que recorren el camino del seguimiento de todos los tiempos diciendo: ¡Maranatha! y “¡Venga a nosotros tu reino!”.

 

[78]Con O. Cullmann, La Historia de la Salvación, Península, Barcelona, 1967, 236s, juzgamos que aquel J\<,H no puede ser comprendido como reacción ante el retraso de la parusía, entre tanto que sí como prueba de que Jesús ha esperado el fin con una gran proximidad. No obstante, difícilmente podría establecerse una suerte de analogía, como sugiere Cullmann, con la evolución de este fin inminente presente ya en Pablo, dudo que Jesús a vistas de este fin que se avecina inminente haya podido proyectar un ínterin con arreglo a un futuro mediato. 

[79]Pero a diferencia de V. Taylor, Marcos, 458, quien estima que el logion da cuenta efectivamente de la creencia de Jesús en la inminencia del reino, mas, en una etapa anterior a su ministerio en Galilea, vale decir, de acuerdo al esquema del evangelio entre el período comprendido entre 1, 15, 6, 13. Nosotros creemos, entre tanto, que tal convicción lejos de quedar circunscrita a un período solamente anterior, avanza cuanto más en su intención conforme se avecina la llegada a Jerusalén.

[80]De esto ya da testimonio una obra de la literatura cristiana primitiva tan antigua como la Didajé, descubierta recién por el Metropolita Bryennios en la biblioteca de un monasterio de Constantinopla en 1873, pero al parecer no de fecha posterior a los años 80 y 100. En el capítulo 1 de ésta, destinado a la Eucaristía encontramos el siguiente diálogo:

              Liturgo       Que venga la gracia y que pase este mundo.

              Comunidad: ¡Hosanna al Dios de David!

              Liturgo:          Si alguno es santo, que venga.

                                      Si no lo es, que se arrepienta

                                    ¡Maranatha!

             Comunidad: ¡Amén!

[81]Opinión de mucha preferencia entre los Padres de la Iglesia.

 

[82]Así ya Calvino y Teodoro de Beza entre los intérpretes de la Reforma

 

[83]Cf. V. Taylor, Marcos, 458.

 

[84]Con toda razón ha visto Oscar Cullmann, que en la fe  neotestamentaria, sin quedar en modo alguno agotada la fuerza de la intensidad escatológica de la espera, el punto gravitante de esta esperanza está ya más bien puesto en el acontecimiento “Cristo” y, por ello, tal fuerza de esperanza se torna cuanto más anhelada y segura. Cristo y el Tiempo,  Estela, 71ss.