EL CAMINO DE LA CRUZ EN EL EVANGELIO DE MARCOS

 JOSÉ LUIS AVENDAÑO, Chile
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5.         Respuesta de Pedro, respuesta de los discípulos, esperanza de Israel (29b)

A la pregunta dirigida por Jesús, ahora, enfáticamente a sus discípulos: a:,ÃH J\<" :, 8X(,J, ,É<"4 *); Pedro responde más enfáticamente aún: Ò OD4FJ`H[18]. ¿Quién podría negarle tan extraordinario avance a esta respuesta del discípulo respecto del ideario colectivo? En esta respuesta de Pedro, -¡uno de los que sí sigue a Jesús por el camino!- Jesús ha dejado ya de confundirse con aquel(los) precursor(es) de la promesa que enciende la esperanza para él mismo constituirse ahora en la Esperanza de Israel. ¿Debemos observar en esta declaración petrina una confesión revelada sobre la verdadera dignidad mesiánica de Jesús, confirmada por el mismo silencio con que éste la ha recogido (otorgado) o, debemos más bien, al unirla inmediatamente con la exhortación de Jesús al mismo apóstol, luego de que éste rechazara el camino de la cruz para su Maestro (8, 32b-33), comprenderla como la “repulsa de la concepción diabólica del Mesías de Pedro”?[19]. Difícilmente se podría imputar el carácter histórico de esta intervención del discípulo[20] tanto, como atribuirle a la misma, otros contenidos distintos que los en línea con la expectativa mesiánico-nacional[21], albergados también por todo el pueblo: Jesús es el Mesías, los discípulos, son los amigos del Mesías que habrán de recibir los primeros beneficios de su regencia (cf. 10, 28-31; 10, 35-40) y, el camino, es el trayecto real que conduce a la meta que se espera sea coronada con su magnífico reinado, cuando haga entrada, por fin, en la ciudad del Mesías, Jerusalén. Por ello, a mi modo de ver, la respuesta a tal interrogante, si pretende ser capaz de situarse en la perspectiva propia del evangelista, debe superar los estrechos límites en que por mucho tiempo ha venido siendo únicamente abordada, esto es; en los excluyentes términos de endosarle o bien privarle a Jesús una eventual conciencia acerca de su mesianidad, tanto más cuando el silencio impuesto discurre no sobre un título sino sobre su persona y, atender más bien, en consecuencia, al propio modo en que el evangelista, de acuerdo a la estructura teológico-literaria del evangelio, nos dirige hacia ella. La respuesta aquí, no puede venir a dar, sin más, en un rotundo silencio sobre el que podamos rotular un categórico y hasta definitivo no a toda expectativa cristológica sobre la persona de Jesús, o bien, por el contrario, en una explícita e inmoderada aceptación de su mesianidad, sino que más bien debe aceptarse anteriormente a toda consideración el carácter completamente abierto de esta interrogante, según el propio emplazamiento de Jesús: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (27) y, por ello, en pleno proceso hacia delante, pero que en la comprensión y apropiación de esta apertura atraviesa inevitablemente por su conducto más inmediato: el camino de la cruz (31).

*) Los caracteres griegos son: WP Greek Century. Los de hebreo son: WP Hebrew David - de esta página web: http://members.fortunecity.es/todofuentes1/index/descarga/simbolos/lenguas.htm .

 

[18]Mateo ofrece una amplia adición a su fuente: Ò LÊÎH J@Ø 2,@Ø .ä<J@H (16, 6), entre tanto que Lucas sólo adiciona:  J@Ø 2,@Ø (9, 20).

 

[19]Así, O. Cullmann, en, Jesús y los revolucionarios de su tiempo. Culto, sociedad, política, Studium, Madrid, 1971, 53, nota 16. 

 

[20]Así, Bultmann, Historia, 366ss, ha integrado la perícopa en su clasificación de leyenda y observa en esta un mero recurso literario, cuya finalidad estaría dada por el interés de retrotraer la mesianidad de Jesús, configurada sólo a partir del Sitz im Leben de la comunidad primitiva, al recuerdo histórico de la vida de Jesús y sus discípulos. 

 

[21]Así, J. Mateos, Op. cit., 199, ha visto que el término OD4FJ`H, aparte de su inclusión no articulada al principio del evangelio (1, 1), aparece sólo dentro de las categorías y del ambiente típicamente judíos. Así, 8, 29, Pedro y los discípulos; 9, 41 (no articulado), Jesús dirigiéndose a los Doce; 12, 35, en el templo; 13, 21 (22), en el discurso apocalíptico y, finalmente, 15, 32, en boca de los dirigentes judíos.